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Porno Mindfulness

3 Motivos por los que NO disfrutas del Mindfulness

Cambia esto para iniciar a disfrutar.

Te adelanto que el contenido de esta entrada va a estar muy subidito de tono y muy picante….

¿Intentaste practicar el Mindfulness y no te resultó agradable?

¿Estuviste horas y horas respirando sin moverte ni hacer nada, pero no apreciaste resultados útiles?

¿Sentiste dolor, malestar y abandonaste?

¿Llegaste incluso a aburrirte y sentir más nerviosismo?

¿Crees que esto del mindfulness es un cuento?

Entonces es muy probable que cometiste alguno de estos 3 errores que te voy a revelar a continuación.

Quédate conmigo esta mañana porque en los próximos minutos podrás valorar si puedes realmente disfrutar con el Mindfulness, qué puedes hacer para ello, o si te conviene pensar en otras cosas.

Y si te quedas hasta el final…

Te prometo un delicioso REGALO para que disfrutes más cuando practiques.

Cómo dice el dermatólogo, hoy voy al grano directamente. Sin preámbulos.

Si no disfrutas del mindfulness, una de dos:

  1. No has tenido la educación adecuada para enfocar bien la práctica.
  2. Sencilla y llanamente el mindfulness no es para ti.

Iniciemos de lo segundo…

Seamos políticamente incorrectos pero justos con la verdad. Digamos las cosas sin anestesias.

Yo no he venido aquí a venderte nada ni adoctrinarte cómo hacer algunas sectas por ahí…

Si disfrutas del mindfulness, genial. Y si no, a otra cosa que para gustos los colores.  

Es cierto que el mindfulness es para todos, pero no todos son para el mindfulness.

O mejor dicho, a no todo el mundo le compensa el esfuerzo necesario para llegar a disfrutar del mindfulness.

Esto sucede con el mindfulness cómo con cualquier otra actividad humana.

Y te lo voy a demostrar…

¿Te gusta patinar? A lo mejor sí, o a lo mejor no.

O a lo mejor no lo has probado nunca. Entonces serás de esas personas que dirá… –  El esfuerzo que tendría que hacer para aprender es tal vez demasiado y prefiero dedicarme a otras actividades más placenteras.

Perfecto. Es un país libre.

Te podría plantear lo mismo con la actividad de tocar piano, bailar, o aprender una guitarra, hacer KiteSurf, escalada, o parapente.

Habrá actividades que por mucho que te ilusione practicarlas:

  1. No estás dispuesto a hacer el esfuerzo necesario en pro de otras actividades que te proporcionan los mismos resultados.
  2. Te es muy difícil o te da miedo practicarlas por las razones que sean y es legítimo que te quedes con tu miedo.
  3. Por mucho que las practicaste, no logras los beneficios que esperabas o imaginabas encontrar.

Cualquiera de estas tres posibilidades, también se aplican al Mindfulness.

No existe actividad humana que sea placentera y guste universal y atemporalmente a todo el mundo.

Las personas son diferentes y los gustos cambian.

Y en un mundo tan cambiante, cambian aun más rápido.

Te hago otro ejemplo y ahora si que pasamos a las cosas picantes…

Permíteme hacerte dos preguntas…

¿Te gusta practicar el sexo salvaje hardc*r3 y  f0114& cómo en las películas por#0?

¿Estarías dispuest@ a esas prácticas sin reservas, o sólo fantaseas con ellas y a la hora de la verdad tienes tus límites?

Te puedo garantizar que por mucho que universalmente podamos creer que eso es lo que le gusta a casi todo el mundo, la realidad no es así. No todo el mundo disfruta de ello: no están dispuestos a forzar y tienen muy claro que quieren y que no quieren.

Bien, eso mismo pasa con el Mindfulness.

Por mucho que te traten de vender el Mindfulness cómo universalmente agradable y beneficioso, tal vez no estás para eso.

Y es legítimo.

Déjate de ideologías.

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Y ahora vamos a los tres motivos por los que tal vez no disfrutas del mindfulness para que valores si realmente te compensa seguir intentándolo o es mejor directamente cambiar…

  1. Usas el mindfulness cómo un medio de transporte para llegar a algún lado. Éste es el principal error y el más común entre todos. Pensar que el mindfulness es un medio para conseguir algo. Pensar que con ello llegarás a algún lado. Muchas de las personas que se asoman al mindfulness son buscadores. Pero de ahí a perseguir románticamente unicornios, hay una gran diferencia. ¿Qué buscas? ¿El Nirvana acaso? Déjate eso que huele a espíritu de adolescente ideal…. Jajaja…. Para desmontar esta creencia, te hago una pegunta: piensa en una actividad que te gusta realizar… Ya sea bailar, pasear, pintar, o hacer ganchillo… Qué duda cabe de que algunas de ellas te proporcionan resultados y productos altamente satisfactorios cómo pueden ser los calcetines navideños de tu abuela hechos a ganchillo. Pero piénsalo bien… piensa en alguna actividad que disfrutas haciéndola. ¿Es porque te proporciona algún resultado? ¿La haces sólo para obtener el producto final? ¿O porque simplemente disfrutas haciéndola? Te garantizo que las personas que se lanzan en paracaídas o que salen a pasear con la moto o con el descapotable el fin de semana, no lo hacen para aterrizar, ni para llegar a algún lado. Simplemente lo hacen porque disfrutan mientras eso ocurre. Lo mismo ha de pasar con el mindfulness. Si de partida no te proporciona placer esa tranquilidad de estar en quietud respirando, ya está. Si esa sensación no te “engancha”. No estás para ello. Si con el Mindfulness buscas algo más que sensaciones, entonces estás tergiversando el sentido de esta disciplina. O no estás preparad@ para ello y tienes que seguir practicando, o es mejor que busques otras cosas y dejes de frustrarte.  Puedes dedicarte a otras cosas.
  2. Practicas sólo cuando sufres. Otro grave error de las personas que se asoman al mindfulness. Se asoman al mindfulness cuando no están en su mejor momento para disfrutar. Ni del mindfulness ni de otra cosa. Lo hacen en momentos de crisis existencial. Y este error es una derivación del primero. Porque en el fondo lo hacen para buscar cobijo, refugio, o un momento de evasión de sus preocupaciones. Aliviar su malestar. Reducir el estrés… Cómo para no hacer pensar erróneamente que el mindfulness sea una práctica terapéutica. No hay nada terapéutico en el Mindfulness. De ser así, estaría administrado por profesionales de la salud. Pero no es así. No te dejes engañar. Buscar la “huida” a través del mindfulness no te llevará a destino alguno, porque de ser así, seguirías cometiendo todavía el primer error. Cómo ya dije en otro post, si quieres aliviar el malestar, no se trata de luchar contra aquello que te hace estar mal, sino de añadir momentos de bienestar a tu vida. Y si practicar mindfulness no te los proporciona, entonces no estás (tal vez, todavía) para ello. ¿Te gustaría salir de este bucle y valorar si el mindfulness puede darte momentos de bienestar? ¿Quieres que te haga una propuesta picante para que dejes de asociar el mindfulness al malestar e inicies a disfrutar con ello? ¿Por qué entonces no practicas mindfulness mientras tu pareja te hace eso que tanto te gusta ahí abajo? ¿O mientras f*%%&s salvajemente con tu pareja en modo h4rdc0r3?Ahhh… ¿Qué no tienes pareja? Bueno, puedes practicar mindfulness mientras te lo haces tu mism@… Con o sin Satisfayer. Haztelo tú, pero con Mindfulness… Ahhh… ¿Qué no te gusta hacerlo salvajemente? Entonces tienes buenas probabilidades de disfrutar con el mindfulness  y en el próximo punto entenderás el porque … jajaja. Ahhh… ¿Qué disfrutas un montón haciéndolo salvajemente pero lo ves todo lo contrario al mindfulness que trata más bien de estar en control? Entonces te invito a ir al tercer y último punto, donde te cuento por qué que tal vez no estés disfrutando del mindfulness.  
  3. En el fondo te gusta perder el control. De eso se trata… Y no tengas vergüenza en admitirlo. Ni te reniegues en creer lo contrario. La pérdida de control es una necesidad humana natural: tan natural cómo ir al baño, dormir, etc. Piénsalo, si no, ¿por qué muchos esperan el fin de semana para salir de fiesta, emborracharse, o ir a bailar?  ¿Por qué cuando estamos altamente felices queremos dar saltos? ¿Por qué nos satisface tanto romper cosas cuando estamos enfadados? En todas las culturas desde nuestros ancestros, se describen conductas y rituales de “trance” donde la parte racional se desconecta en favor de impulsos más primarios, pero también humanos.  Parece que a más racionalización de nuestras pautas diarias, mayor necesidad de conectar con nuestra parte más animal que está siendo oprimida por la “dictadura de la razón”. Desconectar el lóbulo pre-frontal y dejar las cosas al mando de la amígdala. Y esto, aparentemente,  choca de frente con todo principio del mindfulness, que se basa en explotar  y entrenar las facultades ejecutivas del cerebro: las de la corteza pre-frontal, las que gobiernan el aplazamiento de la recompensa y de la satisfacción inmediata de tus impulsos más animales. Impulsos que son partes de ti que no debes renegar ni por qué entrar en conflicto con ellas. Aunque sí has de gobernar, y saber cuándo dejar libres, cómo aquel que tiene un perro y le deja esparcirse, eligiendo el momento y el lugar.  Es posible que la manera que te enseñaron de practicar mindfulness haya dejado castrada esta importante necesidad. Y el fuego que albergas en tu interior te está requemando por dentro, provocándote todo tipo de resistencia a la práctica del mindfulness. Si es así, tendrás que redefinir tu concepción del mindfulness: también se puede perder el control con consciencia plena. Y el gozo que te proporciona es indescriptible. Tal vez te cueste verlo así. Tal vez te engañaron con una visión muy limitada y adoctrinada del mindfulness. Pero esa parte también la tienes tú. Lo único que tienes que aprender todavía a saber soltar. A perder el miedo a esa sensación de vértigo. Y requiere tiempo. Lo cual nos devuelve al motivo por el que tal vez tengas tantas resistencias a practicar s3xo salv4je.

Hubo una vez un Yogui tibetano que, subiendo al estrado de un congreso de recatados médicos, preocupados por una amenaza de bomba en las inmediaciones del lugar de la conferencia, dijo:

No se preocupen, nada está bajo control. 

Apelaba a esa falsa sensación de los occidentales de pretender estar todo tiempo bajo control por no saber cómo convivir con la incertidumbre que, sin embargo, siempre está a nuestro alrededor: enfermedades, accidentes, ladrones en casa, inspecciones de hacienda (que no es muy diferente de lo anterior, pero legal): nunca sabemos por dónde puede venir lo que nos va a fastidiar la existencia durante unos momentos.

Desconocemos cuál será nuestra próxima causa de sufrimiento.

Pero, ¿Qué hacer con ello? ¿Pensar constantemente en cuando llegará para convertir nuestra vida en un plan de prevención de riesgos? ¿alimentar el bucle de la toxicidad y de la preocupación? Sería cómo rechazar la razón de nuestra propia existencia.

La contradicción de DEJAR DE VIVIR PARA VIVIR.

No le cierres la puerta a los momentos de bienestar. Ábrete a ellos.

Y si el mindfulness te proporciona bienestar, bien. Si es que no, valora con estos tres elementos si puedes llegar a experimentarlo. Y si es que no, deja de nadar contra la corriente de tu propia existencia. Busca otras actividades que te reconecten contigo mism@.

Para encontrarlas tendrás que experimentar.     

¿Qué te parece?

 Y ahora que sabes esto, ¿qué vas a hacer?

Cuéntamelo en los comentarios.

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Hasta pronto.

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