Cómo Tener una Mentalidad Ágil y Productiva

Mentalidad Ágil

6 Actitudes para las Metodologías Ágiles

¿Te gustaría tener una mentalidad ágil y tomar decisiones con mayor rapidez y determinación?

¿Los acontecimientos siempre te sorprenden desprevenid@?

¿Tienes la sensación de reaccionar a veces demasiado tarde a los acontecimientos?

¿Algunas veces piensas lo que podrías haberte ahorrado en disgustos, esfuerzo, tiempo y dinero, en caso de haberte dado cuenta antes?

¿Sientes frustración por ello?

¿Sabes que hay una serie de resistencias en nuestra forma de pensar que convierten nuestras actitudes en rígidas y nos hacen perder tiempo y oportunidades?

¿Te gustaría saber cuáles son y cómo cambiarlas?

Entonces estás en el lugar correcto y en el momento favorable.

A continuación te desvelaré las 6 actitudes esenciales para trabajar en modo AGILE.

Ganarás más agilidad, rapidez y eficiencia….

Wooooooooooooooow

Antes que todo, los agradecimientos.

Este vídeo ha sido posible gracias al apoyo del Centro de Estudios Económicos y Empresariales de la Universidad de Murcia, con quien colaboro desde 2015 en el diseño e impartición de ofertas formativas en Soft Skills.

Concretamente, el contenido podría ser un buen complemento para el curso On Line sobre “Productividad Personal y Estrategias Ágiles de Organización”, con mi metodología Óptima.

El programa está en diseño, pero tendrás enlaces al programa aquí abajo cuando el curso se publique en el catálogo.  

Y ahora vamos al contenido.

Antes que todo definamos que es lo que se entiende por AGILIDAD / AGILE / ÁGIL.

La mentalidad ágil es una compleja mezcla de experiencia, oportunismo, coraje, creatividad y determinación frente a escenarios y situaciones inciertas. Pero no basta con usar todo eso de cualquier manera. Hay que saberlo gestionar de acuerdo con unos enfoques muy claros.

Funcionar con mentalidad ágil, requiere ser capaces de estabilizar situaciones variables, clarificar escenarios complejos y ambiguos, y poner certidumbre con las propias acciones para ganarle terreno a la incertidumbre. Todo esto sin llegar al extremo de volverse rígidos e inamovibles.

Todo ello sucede gracias a la capacidad del ser humano intervenir y funcionar de amortiguador de acontecimientos que muchas veces no pueden preverse. Al igual que un amortiguador se comprime, también ha de volver a su estado de equilibrio. Y esa propiedad, llamada resiliencia, es esencial.

Si no te gusta asumir este papel, va a ser difícil adquirir una mentalidad ágil, porque estarás constantemente huyendo de esos resaltes o baches, en lugar de abrazarlos y afrontarlos.

Para ello es importante escanear constantemente el horizonte, buscando oportunidades donde otros ven riesgos, abrazando la innovación donde otros prefieren enfoques conservadores, testando nuevas ideas donde otros buscan confirmación de las propias, aprender de lo que funciona, en lugar de evitar lo que puede ir mal, trabajar en modo colaborativo y participativo para crear procesos eficaces y escalables de abajo hacia arriba, en lugar de diseñar esos procesos en abstracto, proyectarlos e implantarlos unilateralmente de arriba abajo, saber leer las corrientes y aprovecharlas para conseguir objetivos, en lugar de tratar de llegar a ellos en línea recta, a veces contracorriente.

¿De verdad te gustaría tener este novedoso enfoque de trabajo y una mentalidad ágil?

¿Crees que te encontrarías cómod@ en esa incomodidad permanente?

Si es que sí, entonces estamos listos para conocer estas 6 actitudes hacia las que hay que transitar.

  1. De decisiones basadas en experiencia pasada a decisiones disruptivas: El ser humano por naturaleza busca economizar acciones y crear hábitos. Para ello se basa en la experiencia pasada que fue útil y eficaz, y trata de aplicar los patrones de éxito a nuevos escenarios, esperando y deseando que aporten los mismos resultados del pasado. Esta actitud en el momento histórico actual se ha convertido en obsoleta. El ambiente externo es cada vez más cambiante y complejo: funcionar bajo ese patrón reducirá nuestra capacidad de responder adecuadamente. Las rutinas y los procedimientos estandarizados definidos como estables, basados en la repetición de comportamientos y patrones, nos convierten en rígidos y lentos a la hora de adaptarnos a los cambios. En los ambientes complejos, la experiencia previa puede convertirse en un lastre si no tenemos la disposición de ponerla en discusión y cuestionarla. La realidad es que a día de hoy el futuro es cada vez menos extrapolable de lo que sucedió en pasado.  Tendremos que prestar especial atención a todo aquello que pueda ser novedoso, disruptivo y rompedor de patrones establecidos, y preguntarnos: ¿De qué manera esto puede representar una oportunidad para mí? En lugar de tacharlo de extravagante.
  2. Acción a corto plazo pero foco en el largo: según un estudio que leí recientemente, la tasa de rotación de directivos en las 2500 compañías multinacionales más importantes del mundo es de un 15% al año. Esto significa que 1 de cada 7 cambia de empresa cada 12 meses. El tiempo medio de permanencia de un directivo en un puesto de trabajo, según ese mismo estudio es de 3 años. Esto significa muy poco tiempo para conseguir resultados. Pese a que este estudio se aplica a directivos, también puedes usarlo para analizar tu situación profesional: descubrirás que no es muy diferente. Cada vez cambiamos con mayor frecuencia y nuestro tiempo a disposición para demostrar resultados es muy breve. El riesgo de dejarse llevar por el corto plazo para demostrar esos resultados es elevado. Puede desviarnos, despistarnos y dispersarnos de nuestro propósito a mayor plazo. Para paliar este efecto pregúntate: ¿De qué manera esto me acerca (o me aleja) de lo que quiero conseguir a más largo plazo?
  3. De la complacencia a la valentía: es posible que sientas placer por el hecho de buscar comprobación de aquello que haces bien. Pero permanecer en esa burbuja no hará que te mantengas a flote durante mucho tiempo en un entorno volátil y cambiante como el actual. Vivir de logros pasados, si por un lado puede darte seguridad y fortalecer tu autoestima, por otro lado puede convertirse en una venda que te impide ver las señales de cambio. La única manera de no sufrir los cambios pasivamente, es provocarlos activamente: llevar la iniciativa. Para ello tendrás que mantener una alta frecuencia de propuestas de acciones nuevas ante ti mism@, y a las personas a tu alrededor.
  4. Del análisis paralizante a las decisiones atrevidas. un estudio de la consultora McKinsey reveló que los directivos gastan un 70% de su tiempo redactando reportes, valorando y aprobando decisiones que otros les proponen, confeccionando presupuestos y atendiendo quejas, en lugar de enfocarse en acciones orientadas a los beneficios y la prosperidad futura de sus compañías. La parálisis por análisis es uno de los problemas clave en este mundo actual donde abunda información de escaso valor que hay que depurar. Existe una predilección por el análisis de datos y el diseño de planteamientos teóricos que nos ancla en las paredes de nuestra casa o de nuestro despacho, y nos aleja del terreno donde realmente ocurren las cosas, que es el terreno de las relaciones interpersonales, de la influencia entre las personas y la acción orientada a resultados. Analizar para evitar errores y limitar los riesgos, también limita nuestro margen de actuación y respuesta ante los cambios que provienen de nuestro entorno. Dedica más tiempo a la acción y la relación con personas más que al análisis.
  5. De la aversión al riesgo a la tolerancia al fracaso: de acuerdo con el punto anterior, si queremos incrementar nuestra tasa de éxitos, cómo dice Brian Tracy, tendremos que incrementar nuestra tasa de fracasos. Tener estómago para el fracaso es esencial. ¿Cómo se puede superar la aversión al riesgo y al fracaso? Desde luego evitándolo no. Más bien acostumbrándonos a ello y haciendo un callo suficientemente sólido que nos ayudará a protegernos en un futuro.  Busca fracasar y descubrirás cómo triunfar.
  6. De la tendencia al control a la autogestión en el caos: en el intento de poner orden y controlar el entorno que nos rodea, se puede cometer el error perceptivo de que las fotografías que nos hacemos de una situación permanecerán estables en el tiempo. Tratar de construir de un andamiaje de normas, protocolos y procedimientos, comportamientos estandarizados, permisos, aprobaciones y excepciones, es decir burocratizar procesos y decisiones, nos llevará a funcionar de una manera muy rápida, pero hacia el estancamiento y la inmovilidad. Todo esto es muy tentador porque representa un rincón de seguridad que puede convertirse en una cueva de la que no querremos salir para afrontar un escenario dónde el caos, la anarquía y la confusión son los dueños de la situación.  Hemos sin embargo que aprender a vivir en el “filo del caos”, evitando de caer tanto en el extremo del control cómo en el extremo del pánico. Vivir en el “filo del caos” no es un lugar cómodo dónde estar, pero nos hará más atentos hacia las tendencias novedosas y nos pondrá en una mejor posición para aprovechar las oportunidades que éstas nos brinden. Es la única manera de mantenerse a flote. Tú decides: sobrevivir en el filo del caos, o condenarte a la desaparición en el extremo de la complacencia o del pánico.    

¿Qué te parece todo esto?

¿Eras consciente de estar poniendo en práctica una de estas actitudes?

¿Cuál de ellas?

¿Hay alguna que te cuesta especialmente poner en práctica?

¿Cuál?

¿Alguna que te gustaría hacer tuya y te puede ser útil para una mentalidad ágil?

¿Cuál?

¿Qué dificultades te impiden adquirirla?

¿No estás de acuerdo con alguna de ellas?

¿Por qué?

Escríbemelo todo en los comentarios.

Y si tienes dudas, hazme las consultas que consideres.

Sabes que leo todos los comentarios y los atiendo.

Incluso puedo crear algún vídeo en futuro para profundizar sobre aquello que me vayas preguntando sobre mentalidad ágil.

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https://www.youtube.com/c/Psicolog%C3%ADaTrabajoyBienestar

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Un abrazo y hasta la próxima.

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