El cambio, es una dimensión cada vez más estudiada desde el punto de vista psicológico, emocional y social. ¿Por qué cambiamos? ¿Para qué cambiamos? ¿De verdad deseamos cambiar cuando lo hacemos? ¿Cuáles son las principales barreras al cambio? Y, sobretodo, ¿Cómo se pueden superar?
En esta entrada trataremos precisamente de dar respuesta a éstas últimas dos preguntas:
Las principales barreras al cambio dependen en gran medida de nuestra forma de pensar y de nuestros patrones de pensamiento. Hay personas que, ante el cambio mantienen un patrón de pensamiento orientado al pasado, y otras que lo tienen orientado al futuro.
Dependiendo de cómo pensamos el Cambio (desde el anclaje al pasado o proyectado hacia el futuro), esto supondrá unas u otras barreras a superar.
1. Personas que suelen tener un patrón de pensamiento anclado al pasado:
Estas personas tienden con mayor facilidad a caer en recuerdos del pasado en lugar que en fantasías acera del futuro. Esto no implica que no sepan o pensar o no tiendan a pensar hacia el futuro, sino que con mayor frecuencia su mente suele reproducir el recuerdo de experiencias ya vividas antes que imaginar experiencia nuevas. Dependiendo de cómo estas personas clasifiquen su pasado (como agradable o desagradable) y de cómo lo juzguen (bueno o malo), esto hará que se planteen el cambio con una actitud u otra. Para las personas con tendencia a pensar hacia el pasado, supondrá una barrera al cambio toda experiencia pasada como positiva y agradable: entonces consciente con subconscientemente su mente se planteará ¿Con un pasado tan agradable y positivo, para qué cambiar?
Este mecanismo es el que da lugar a la llamada “Zona de Confort”, es decir esa condición marcada por un acomodamiento a los hábitos establecidos que, pese a la mediocridad y pequeños inconvenientes que, conscientemente puedan suponer para la persona, subconscientemente concurren a generar un balance positivo del cual, a fin de cuentas, la persona saca algún beneficio que le compense. Esto explica situaciones aparentemente incoherente como aquellas de personas que pese a criticar día y noche su trabajo y su jefe, no se plantean cambiar porque en el fondo dan mayor importancia a todo lo positivo que obtuvieron y siguen obteniendo del tener ese trabajo (por ejemplo un sueldo, una estabilidad, alguien a quien culpar de su malestar para no culparse a sí mismos, etc.).
En el supuesto de que ese pasado sea clasificado como algo negativo, y del que se quiere salir como fuese posible, esto no representará en caso alguno barrera al cambio, siempre y cuando la persona no tenga mayor tendencia a pensar hacia el futuro.
Para las personas con tendencia a mirar hacia el pasado, la principal barrera al cambio se llama Zona de Confort.
A estas personas les incomoda más el hecho de abandonar lo seguro.
La barrera de la Zona de Confort se supera logrando la certeza de que lo que llamamos “seguro”, no es más que un estado mental falaz, ya que nada es seguro en la vida, salvo la muerte, aunque la muerte puede que no sea lo que parezca…
2. Personas que suelen tener un patrón de pensamiento orientado al futuro:
Estas personas tienden con mayor facilidad a caer en especulaciones y cavilaciones acerca del pasado en lugar de recordar el pasado. Esto no implica que no sepan o pensar o no tiendan a pensar hacia pasado, sino que con mayor frecuencia su mente suele buscar una huida hacia el futuro para los problemas actuales. Dependiendo de cómo estas personas clasifiquen su pasado (como agradable o desagradable) y de cómo lo juzguen (bueno o malo), esto hará que se planteen el cambio con una actitud u otra. Para las personas con tendencia a pensar hacia el futuro, supondrá una barrera al cambio toda experiencia pasada, vivida como negativa y desagradable: entonces consciente con subconscientemente su mente se planteará ¿Con lo que me ocurrió en pasado, quien me va a garantizar que no pase lo mismo esta vez también?
Este mecanismo es el que da lugar a la llamada “Zona de Pánico”, es decir esa condición marcada por un acomodamiento a los hábitos establecidos con el fin de evitar el riesgo a que el cambio represente una desestabilización de lo equilibrio del que se goza en la actualidad. Y en esto hay personas profesionales en encontrar el equilibrio y acomodarse a situaciones que en un principio supongan malestar, pero a la larga confortabilidad: como relata Victor Frankl en “Logoterapia y Análisis Existencial”, el ser humano ha demostrado en la historia saberse adaptar incluso a las más miserables condiciones de vida.
Pero la “Zona de Pánico” no solo funciona cuando las experiencias pasadas son negativas, sino, también cuando el presente es clasificado como positivo y agradable. Bajo estas condiciones, la mente humana se plantea ¿Para qué cambiar si lo que tengo me satisface? Puede que en estas personas escasee el ingrediente de la ambición, pero, en todos casos, el mero pensamiento de que el futuro pueda ser algo peor que el presente siempre surge cuando se valora como muy útil ese presente y/o cuando las experiencias pasadas de cambio hayan sido poco gratificantes. En estos casos, el “miedo a perder lo que se tiene” se alterna al “miedo a que llegue algo peor de lo que se tiene”.
En definitiva, para las personas con tendencia a mirar hacia el futuro, la principal barrera al cambio se llama Zona de Pánico.
A estas personas les incomoda más el hecho de tener que afrontar la incertidumbre, cuando se cree que la incertidumbre es una condición especial ajena a la persona y a su día a día.
La barrera de la Zona de Pánico se supera logrando la certeza de que lo que llamamos “incierto”, no es más que una condición en la que flotamos constantemente todos los días, pese a tratar de auto-engañarnos creyendo que tomamos decisiones seguras. Para ello, Öptima Coaching dispone de algunos programas muy eficaces, tanto a nivel de formación como a nivel de intervención en Coaching.
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