Evolución del Ejercicio del Liderazgo en los Últimos 70 Años

En los últimos 60 años el concepto de liderazgo ha cambiado mucho, señal de que no existe una forma adecuada de ejercer este rol y que todo depende del contexto histórico-cultural en el que se encuadre. Por esta razón el análisis que se ha hecho desde Öptima Coaching y que se propone a continuación, tiene en cuenta un modelo de liderazgo general basado en la cultura de países occidentales, teniendo como referente principales a Estados Unidos y a los países fundadores de la antigua CEE, y actual Comunidad Europea.

Años 1950-1960 LIDERAZGO DE ORDEN Y MANDO: Los líderes eran personas fuertemente determinadas y decididas, que inspiraban seguridad con el ejemplo de su actuar. En muchos casos, los líderes eran personas que se habían distinguido por su valentía en la segunda guerra mundial. Se identifican como líderes aquellas personas que acertaban y no fracasaban. El liderazgo estaba asociado al éxito. Los resultados determinaban quien era el líder.

Años 1970-1980: LIDERAZGO PATERNALISTA: basado en asistir a los demás desde una posición de verticalidad y superioridad. Se incluye el concepto “humanista” de tener en cuenta a la situación de los demás aunque el concepto de jerarquía sigue presente. Se impone un estilo Tecnocrático basado en la posesión y acceso a la información como elemento excluyente: los líderes son aquellos que poseen o tienen acceso a un mayor nivel de información respecto a otros.

Años 1990: LIDERAZGO PARTICIPATIVO e Integrador, basado en compartir y participar. El liderazgo cooperativo se impone al liderazgo competitivo en los años en los que Europa afronta un proceso optimista de fusión y comunión entre países, marcado por la armonía y la colaboración. El albor de la tecnología de la información permite compartir información con mayor rapidez. El liderazgo se sigue asociando al éxito y a la individualidad en general.

Años 2000: LIDERAZGO RESILIENTE y Facilitador. Son los años de las crisis. El líder es aquella persona que es capaz de afrontar las dificultades y superarlas. Evitar el fracaso ya no es señal de liderazgo sino que lo es el intentar y volver a intentarlo después del fracaso. El líder es aquella persona que es capaz de ayudar a los demás a ser líderes. El líder ya no es quien centraliza las decisiones, sino quien ayuda y facilita a los demás a tomar las propias. El líder es un facilitador de procesos y resultados.

Años 2010: LIDERAZGO POPULISTA y Decadente. Ante la evolución, los avances de la tecnología de la información y la inmediatez con la que ésta viaja, la velocidad del cambio genera modelos de liderazgo inestables, y muy perecederos. El líder es quien es capaz de mantener una reputación positiva hacía sí mismo, y suele conseguirlo en base a promesas, adulaciones y creación de redes de clientelismo. El líder es quien complace a los demás para hacerse con su apoyo.

Años 2020: LIDERAZGO DE MASAS. Ante el carácter tan perecedero del liderazgo centrado en la individualidad, se hará hueco un concepto de liderazgo basado en las redes de colaboración. Dejarán de ser líderes las personas, e iniciarán a serlo los equipos que consigan funcionar adecuadamente en red, ofreciendo resultados efectivos. Los líderes serán los equipos, sociedades y grupos que lograrán una adecuada productividad, cumplir con lo que se propongan sus miembros y los que les apoyan: los desafío de la humanidad en la década del 2020 harán imposible que una sola persona pueda atribuirse el mérito de un resultado, del mismo modo que a lo largo de los procesos que conduzcan a ellos será prácticamente imposible funcionar bajo la influencia y coordinación de una única persona que permanezca como tal en ese rol. Las personas se enfrentarán al gran reto de tener que trascender la individualidad en pro de un sentido de comunidad. Los grupos y equipos que logren la mayor armonía en esos procesos, “normalizando” el trabajar en un entorno de cambios necesarios y siendo rentables y eficientes en sus procesos, serán capaces de llegar antes que otros, en un entorno altamente competitivo, volátil e incierto.

Concluyendo, el futuro, para no decir el presente, se gesta en concebir a las organizaciones e instituciones de trabajo como sistemas dinámicos en continuo cambio, que habrán de gestionarse desde una perspectiva visión de conjunto, mucho más compleja, donde lograr el equilibrio entre necesidades emocionales, recursos materiales, y competencias técnicas, marcará su competitividad y capacidad de generar progreso.

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