Existen distintas maneras de analizar y clasificar los estilos de liderazgo. Una de ellas se basa en analizar hasta que punto una persona, un manager o un directivo podría destacar como “Líder Colaborativo” o Líder Competitivo”.
El liderazgo Colaborativo y el Liderazgo Competitivo no han de entenderse como estilos de liderazgo contrapuestos entre los cuales uno sea necesariamente mejor que el otro.
Lo que hace exitoso a un estilo de liderazgo, sea este más “Líder Competitivo” o “Líder Colaborativo”, no es el estilo en sí, sino en entorno en el que ese estilo se ejerce.
“Me siento más cómodo trabajando para mí”; “Me cuesta confiar en dar responsabilidades a los demás porque no confío en que alguien pueda hacer mejor el trabajo que yo”; “Me esfuerzo día tras día para ser el mejor y ser considerado un referente en mi sector”. Estas pueden ser palabras pronunciadas por un Líder Competitivo, es decir una persona que muy probablemente destacará en su oficio como fruto de su trabajo y perseverancia, pero que escasamente podría encajar dirigiendo a un equipo de personas o coordinándose con ellas: necesita controlar exhaustivamente lo que hace y puede dar lo mejor de sí en la medida en que las circunstancias le pongan en condición de controlar globalmente todo un proyecto. Existen muchos ejemplos de cantantes, artistas, deportistas y profesionales que han dado lo mejor de sí trabajando solos pero que no han conseguido encajar dentro de ópticas de equipo. Son líderes competitivos, es decir personas que aman la competición y la competencia, y llegan a influir en los demás, generar tendencias, modas y ser vistos como referentes gracias su trabajo personal: el resultado de su trabajo habla por sí mismo y les eleva en lo más alto de sus categorías profesionales. Son referentes porque han sabido hacer algo mejor que cualquier otro. Despiertan confianza porque la calidad de su trabajo genera confianza. Se sienten mejores profesionales en la medida en la que, comparados con otros, se ven capaces de ofrecer un servicio o producto más competitivo. Llegan al Liderazgo a través de la competición y grave error sería tenerlos funcionando en un equipo porque su alta necesidad de competición podría llevarles a competir internamente con sus propios aliados dentro de una empresa: sin embargo se convierten en magníficos innovadores, impulsores y referentes cuando compiten contra su propia competencia externa, elevando altamente el nivel de calidad de su trabajo.
“Disfruto con ayudar a las personas a conseguir objetivos”; “Necesito sentir viva la sensación de ser útil a mis compañeros”; “Necesito compartir con alguien lo que hago, sentirme apoyado y arropado”; “Me encanta cuando nos miramos a la cara y sabemos que lo hemos hecho lo mejor que pudimos”; “Disponer de personas expertas y competentes me hace sentir más seguro de que haremos un buen trabajo”. Son todas frases de un Líder Colaborativo, es decir una persona que puesta a colaborar con otros, va a hacer lo posible para que el equipo eleve su grado de ejecución. Necesita trabajar con otros, se siente más seguro con vínculos de interdependencia con los demás, y sabe que en la medida en la que se pone a disposición de los demás, obtendrá un retorno que repercutirá positivamente en todo el colectivo. Quizás no sea la persona más indicada para trabajar en solitario o lograr grandes retos por sí solo, pero contribuye a que el colectivo para el que trabaje consiga grandes resultados. Influirá dentro de un equipo por ser un facilitador de procesos, y será referente por conseguir que el equipo funcione mejor gracias a su presencia. Despierta confianza porque generan un clima de confianza. Se siente mejor profesional en la medida en la que, colaborando con otros, ve reconocida su aportación al resto de personas. Llega al Liderazgo a través de la colaboración con compañeros y resto de personal interno.
Es evidente que en las empresas se tienda más a buscar a este segundo tipo de perfiles para contratar en plantilla, mientras el primer perfil es más eficaz como profesional externo o consultor. No obstante, suele ser más difícil de encontrar a líderes Colaboradores: en muchas ocasiones solemos encontrar al perfil de Líder Competitivo, disfrazado de Líder Colaborador, y el verdadero reto es lograr entender con que tipo de liderazgo una persona está más alineada.
Todo podemos lograr en determinados momentos un lugar en la cumbre del Liderazgo, dependiendo de la medida en la que somos capaces de conocernos personalmente e identificar en qué áreas, entornos o circunstancias podemos resultar más efectivos.
El Coaching Ejecutivo puede ayudarnos en esta labor de descubrimiento. Concretamente, el Método Öptima® centra a la persona en poner en desarrollar el propio estilo de liderazgo u otra competencia asociada, poniendo en práctica las 10 conductas ejemplares, relacionadas con cada modelo a potenciar, para el logro de la excelencia en uno u otro ámbito.
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