Bounceback-Ability Habilidades para Metodologías Ágiles

Metodologías Ágiles

Saber Recular. El Ingrediente Secreto para ser Ágil y Eficaz

La pandemia del 2020 por Sars-Cov2 puso de manifiesto lo importante que es, a día de hoy, tomar acción y cambiar los planes cuando vienen imprevistos y las circunstancias cambian.

Los políticos en un primer momento restaron importancia al problema. Algunos hasta lo negaron. Después pensaron que se podría resolver fácil. Y cuando la oleada de contagios les invadió, ya era tarde para actuar. Reaccionaron tarde y mal.

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar de opinión y revisar nuestras posiciones incluso ante la evidencia?

¿Te pasó alguna vez en tu vida no ver llegar un problema y después padecer las consecuencias por reaccionar tarde y mal?

¿Te gustaría aprender una filosofía ágil que te va a permitir prevenir estas situaciones?

Entonces hoy estás en el mejor lugar y en con la mejor persona para lograrlo.

Te desvelaré cómo aprender la habilidad que los americanos llaman del “Bounceback” que es la clave para adquirir una filosofía ágil.

Y, cómo sé que esto te interesa mucho, te invito a que te quedes hasta el final, porque me he ocupado además de detallar 10 comportamientos que te ayudarán a adquirir esta habilidad y hacerla tuya.

Hoy te ayudaré a aprender cuando es necesario recular y cambiar de planes para ganar.   

Entre otras cosas, aquí conmigo descubrirás por qué la falta de la habilidad de Bounceback provocó que los gobiernos y administraciones gestionaran tan mal la pandemia.

Por qué los políticos son poco creíbles debido precisamente a no poseer esta habilidad de Bounceback.

Qué mecanismos mentales impiden tener esta habilidad: ¿Has oído hablar alguna vez del mecanismo mental del coste hundido?

Y además: ¿Conoces la teoría del décimo hombre? ¿Sabes por qué es tan importante que la integres en tu manera de tomar decisiones para ser más ágil?

Bien, también te lo desvelaré más adelante….

Antes que todo, los agradecimientos.

Este blog ha sido posible gracias al apoyo del Centro de Estudios Económicos y Empresariales de la Universidad de Murcia, con quien colaboro desde 2015 en el diseño e impartición de ofertas formativas en Soft Skills.

Concretamente, el contenido podría ser un buen complemento para el curso On Line sobre “Productividad Personal y Estrategias Ágiles de Organización”, con mi metodología Óptima.

El programa está en diseño, pero tendrás enlaces al programa aquí abajo cuando el curso se publique en el catálogo.  

Y ahora vamos al contenido.

¿Qué es la habilidad para saber recular y porque es tan difícil adquirirla y mantenerla?

Decía Napoleón que una retirada a tiempo puede ser una gran victoria. Y en efecto puede ser así.

La habilidad de recular (Bounceback-Ability) es precisamente la capacidad de admitir que se está en lo equivocado, rectificar, y volver atrás para reiniciar de otra manera.

Pero parece que nos cuesta mucho admitir que nos equivocamos. Y esta es la razón por la cual muchas veces (la mayoría) negamos la evidencia de los hechos que pueden delatar nuestros errores, nuestra incompetencia, y no asumimos la responsabilidad de admitir que nos equivocamos.

Esto nos lleva a permanecer aferrados a posturas que a la postre se convierten en insostenibles y cuyas consecuencias, de no reaccionar a tiempo, pueden tornarse mucho más dañinas.

¿Por qué nos cuesta tanto admitir nuestros errores y recular?

¿Qué es lo que nos lo impide?

Hay tres mecanismos mentales que impiden aprender esta habilidad:

  1. Protección de la Autoestima: admitir que nos equivocamos en ocasiones pueden hundir nuestra frágil autoestima por tener que asociar el error a una supuesta incompetencia. Bien por la educación que hemos tenido, o bien por nuestras propias creencias, en algún momento en nuestro pasado asumimos que cometer un error significaba automáticamente ser incompetentes, cuando sin embargo no es así. Pero, nuestro mecanismo de protección se activa negando el error y, por tanto, negando la necesidad de recular, con el fin de evitar que acabemos teniendo un auto-diálogo destructivo con nosotros. Piensa a todas las grandes figuras del deporte y los campeones: ¿acaso no se equivocaron es tirar un penalti, hacer un adelantamiento, o cometer una falta? ¿Impide esto que sean reconocidos como personas incompetentes? ¿A qué no?. Lo mismo puedes aplicarte a ti mism@.
  2. Daño reputacional: es probable también que, por tu educación o por experiencias pasadas, estuviste expuest@ a críticas públicas o descalificaciones, reprimendas, o simplemente experimentaste vergüenza ante la posibilidad de que eso ocurriera. Y es posible entonces que para evitar sentir esa incomodidad, acabes negando los errores  y la necesidad de cambiar y recular. Otra vez, te invito a pensar en esas figuras del deporte.  ¿Cuántas bolas de partido no supo neutralizar Nadal en su carrera?  ¿Cuántos accidentes tuvo el piloto Mar Marquez? ¿Cuántos penaltis decisivos falló Ronaldo? ¿Acaso eso les resta el reconocimiento generalizado de la gente? Piensa en los que creen en ti incondicionalmente. Lo importante es lo que ellos piensan, no lo que piensa la gente que tú no conoces. Bien, puedes aplicarte también aquí este ejemplo.
  3. Coste hundido: es el mecanismo mental que se esconde detrás de muchas conductas adictivas. Y tiene que ver con la cantidad de esfuerzo y recursos invertidos para obtener algo que a lo mejor tarda en llegar o que directamente no se obtiene. La percepción de esa inversión nos hace pensar que, en caso de renunciar, esa inversión habría sido inútil. Tiraríamos al traste tanto tiempo, dinero, esfuerzo u otros recursos invertidos. Esta eventualidad nos llevará automáticamente a activar este mecanismo psicológico de “conservación”. La consecuencia será que nos mantendremos persistentes en esa determinación para evitar perder lo invertido, aunque los resultados no estén siendo los esperados, ni mínimamente satisfactorios, o incluso perjudiciales. Personas que se mantienen en un trabajo que no les aporta, en relaciones sentimentales dañinas, o que en inversiones de negocio que no progresan. Es un mecanismo perverso muy peligroso: por ejemplo, este mecanismo es el mismo que provoca que una persona se “enganche” al juego patológico y a las apuestas. El enganche consiste en no dejar de jugar tras unas cuantas pérdidas, porque se busca recuperar lo invertido y se cree que eso sucederá tarde o temprano. Lo curioso es que la gran mayoría de las veces, el agotamiento de los recursos suele ocurrir antes de la misma recuperación. Ten cuidado con este mecanismo porque puede anclarte a prácticas muy dañinas para ti, y no hacerte ver la necesidad de recular antes de que los recursos y el tiempo se agoten.

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Vamos ahora a ver los 10 micro-comportamiento que componen la habilidad de saber recular:

  1. Permeabilidad informativa interna y externa. Se trata de estar abiertos y en continua alerta (awareness) hacia todo tipo situación que pueda suponer indicio de cambio. Para ello hay que generar un clima de aprendizaje continuo. Ser permeables a fuentes externas. Es por eso que las empresas hoy en día recurren a los mecanismos de Open Innovation: permitiendo a externos de valorar sus sistemas productivos y modelos de negocio para ver  si hay oportunidades nuevas a explotar, conocimientos internos a aprovechar, y formas alternativas de ser optimizar recursos y oportunidades. Para lograrlo es bueno construir y tejer redes de contacto (networking) con partes colaboradoras e interesadas en lo que hacemos (stakeholders). Al contrario, confiar en la propia percepción siempre es más fácil en lugar de integrar puntos de vista ajenos. Y es habitualmente la mayor tendencia que nos conduce hacia el error. También es importante confiar en fuentes externas. Para ello se torna fundamental integrar fuentes externas en nuestros procesos decisionales. Las personas son más eficaces y las empresas ganan competitividad en la medida en la que son permeables a ver lo que hacen otros e integrar lo que a éstos últimos les funciona. Por ejemplo, piensa en el fallo de Microsoft: desestimó el valor de la Tablet en lo que estaba invirtiendo Apple y, por llegar tarde, perdió la batalla en ese nicho de mercado.
  2. Escuchar y expresar información de manera circular antes que vertical. El sistema clásico de toma de decisiones pone atención principalmente en analizar, decidir, planificar e implementar verticalmente. Este proceso se suele hacer desde la cabeza que piensa hacia quien recibe la instrucción y debe de actuar. Es un proceso habitualmente vertical y unidereccional. Bajo este modelo, si se comete un error, éste se arrastrará hasta el punto final de la cadena de valor y afectará a los resultados. No habrá manera de recular y mejorar. Los sistemas que equilibran (balancing) ese formato a través de un sistema circular, integran las acciones de chequeo continuo y ajuste (check and adjust) sobre la marcha. Así es cómo pueden darse cuenta de los errores sobre la marcha y recular antes de que el fallo condicione y afecte a toda la cadena de valor y suministro. Para ello hay que abandonar todo tipo de ideología polarizante y adoptar un enfoque inclusivo. Mientras nuestras decisiones y acciones estén guiadas por ideologías culturales, religiosas, económicas o políticas, estaremos prestando atención a una sola parte de la realidad. La que nos auto-complace. Estaremos cerrando la puerta a información externa que puede ser valiosa para ayudarnos a adaptarnos a los cambios circunstanciales y salir ganando. El ejemplo de cómo muchos gobiernos abordaron la pandemia del Covid-19 en 2020 es claro: porque prefirieron abrazar la ideología o los sesgos partidistas para ganar votos. Todo esto deja en evidencia cómo a medio y largo plazo esta tendencia causa serio perjuicios e incluso incrementa el dolor y el sufrimiento.
  3.  Pensar en modo progresivo antes que planificar a priori. De acuerdo con lo dicho anteriormente, no es tan importante definir y planear las cosas a priori y obcecarse en cumplir estrictamente con una planificación previa, sino estar abiertos a construir sobre la marcha. El camino se hace andando. Y para ello hay que seguir el siguiente comportamiento.
  4. Escanear y reajustar sobre la marcha antes que formular previsiones. Se trata básicamente de estar atentos a lo que sucede alrededor y realizar continuos ajustes, en pro de cambiar aquello que produce resultados insatisfactorios. Esto es fundamental para saber recular a tiempo y no obcecarse en un planteamiento que a la larga nos provocará pérdidas.  
  5. Pensamiento por absurdo y divergente antes que convergente. Si tomamos como ejemplo la Patrulla Acrobática Aérea Española, la Patrulla Águila, o la PAPEA, de paracaidistas, ellos entrenan horas y horas a diario para automatizar rutinas. En la medida en que las automatizan, mejorarán su capacidad de coordinación y eficacia. Eso está bien cuando se funciona bajo unas condiciones que de partida son estándar. De hecho, si esas condiciones estándar no se dan, ellos no actúan. Si hay mal tiempo o escasa visibilidad, la Patrulla no hace exhibición. Funcionar de esta manera es funcionar de manera convergente, estandarizando comportamientos y unificándolos para que todos hagan lo mismo ante una situación bien definida y dentro de lo previsible. Pero en nuestro día a día, así como en el mundo de las empresas, muchas cosas no se pueden prever ni predecir. En ocasiones tampoco se puede decidir si actuar o no según las condiciones: siempre hay que estar funcionando si se quiere mantener en vida un proyecto o una determinación, independientemente de las condiciones. Aunque haya mal tiempo, escasa visibilidad del futuro, o estemos en periodos de crisis, hay que seguir funcionando. Automatizar hábitos en nuestro día a día, dependiendo del contexto en el que se hace, puede ser contraproducente porque nos ancla a la zona de confort y convierte nuestra forma de pensar en modo piloto automático: puede cerrarnos la puerta a ver las necesidades de cambiar a tiempo. Si no, basta con pensar en lo tarde que reaccionaron las administraciones públicas ante el nuevo marco de la pandemia Covid-19 (justicia, servicios sociales, educación por ejemplo). Sus funcionarios, acomodados y anclados a repetir sus hábitos de trabajo día tras día, durante años, sin nunca cuestionarlos, en un primer momento no reaccionaron y, después, tomaron decisiones basadas más en la prisa que en la optimización. Cuando las rutinas se enquistan pueden convertirse en suicidas en momentos en que es necesario cambiar.
  6. Pensamiento alternativo antes que pensamiento confirmativo. El sesgo de confirmación puede ser tu mayor enemigo. Es muy tentador buscar confirmación a lo que uno sostiene y cree. Pero: ¿es conveniente? Pensar de manera divergente y buscar alternativas es fundamental para aprender a saber recular. Se trata de integrar por criterio el principio científico de prueba por refutación o falsificación, que dice que algo es válido solo en la medida en la que es capaz ser sometido a hipótesis alternativas que tratan de demostrar lo contrario. De ahí nace la Teoría del décimo hombre que dice que en un consejo de sabios, si todos convergen y piensan igual, una persona entre ellos (con un rol decidido a priori) tiene la obligación de razonar incluso por absurdo y mostrar contrariedad para obligar a los demás a buscar alternativas y no caer en el sesgo de confirmación. Desconfía de las decisiones por unanimidad. Este mecanismo lo puedes integrar en tu manera de pensar para razonar de manera divergente. Te ayudará a aprender cuando es necesario recular en determinadas ocasiones.   
  7. Enfocar las ganancias que se provocan para otros antes que las que se obtienen para sí. Aquí hablamos de integrar la intención de crear valor para los demás. Ofrecer soluciones. Enfocarse en los beneficios de terceras partes interesadas. Dejarse guiar por los intereses de las partes asociadas y de terceros. En la medida en que se trabaja para satisfacerlos, se obtendrán beneficios. Al contrario, en la medida en la que se enfoca en los beneficios propios, se desatenderán las necesidades ajenas o se tomará consciencia demasiado tarde. Si tus principales aliados no ganan, si no haces que tus aliados ganen, difícilmente ganarás tú. Más bien acabarán encontrando a otros que les harán ganar más.  
  8. Confianza colaborativa frente a mecanismos de control. Se trata de construir relaciones de alta confianza que permitan a las partes realizar un “esfuerzo extra” cuando la situación lo requiere, entendiendo que es en pro de un beneficio mutuo, sin que haya necesariamente una renegociación de intereses y contrapartidas. Es lo que se llama Partnership y marca una relación horizontal con terceros, que contribuyen hacia nuestros intereses. En lugar de fiscalizar y poner filtros a las aportaciones externas, éstas se toman bajo una intención positiva de querer aportar. En lugar de controlar lo que hacen otros, se permite que aporten ideas. Para ello es importante colaborar con los demás según una relación plana y horizontal, integrando puntos de vista externos que valoramos tan válidos como los nuestros. Con esto quiero decir que es importante evitar considerarse mejor que los demás: ni sobrestimarse ni infravalorar las aportaciones ajenas. El enfoque colaborativo prima sobre el competitivo. Compartiendo intereses, se multiplican los resultados. Al contrario separando intereses se genera competición y los resultados se dividen y reparten en dosis menos sustanciosas. Se trata en definitiva de construir relaciones saludables y maduras con otras personas. Si las partes no son capaces de hacerlo, será difícil lograr la agilidad que se persigue, porque todo será sometido a control y será burocratizado. Si tratas de controlar, comprobar y fiscalizar, perderás capacidad de recular a tiempo porque caerás víctima de tus sistemas de comprobación: éstos te harán perder tiempo valioso y recursos importantes en los momentos en los que será necesario cambiar de rumbo. Te convertirás en un Titanic, incapaz de cambiar de rumbo cuando divisarás el Iceberg demasiado tarde y demasiado cerca.  
  9. Consolidación de pérdidas antes que evitación de las mismas. Dar por hecho que, para conseguir resultados, no solo hay que invertir, sino asumir que se generaran desperdicios necesariamente. Evitar pérdidas es evitar invertir para crecer. Asumir pérdidas, significa apostar por un crecimiento desde la madurez y el pragmatismo en lugar de recurrir a fórmulas idealistas e ideológicamente sesgadas.
  10. Maximizar la coherencia ética en lugar de maximizar las ganancias. Si has aprendido todo lo anterior, y si eres capaz de integrar las pérdidas, entonces te darás cuenta que tener la conciencia limpia es la única manera para afrontar saludablemente la posibilidad de haberse equivocado, y así recular a tiempo y eficazmente. Es por eso que funcionar bajo la lógica de la maximización de los beneficios (en la economía) o de los votos (en la política) o de la reputación personal (en nuestras interacciones sociales, personales y profesionales), se torna insostenible y nos convierte en poco creíbles y generadores de desconfianza. Piensa por ejemplo en los políticos: nunca admiten un error y siempre critican al contrario o a lo sumo le recuerdan sus errores pasados para desviar la atención y preservar su propia reputación. Lamentable, poco inteligente y perjudicial para el bien del país y de la ciudadanía, todas las veces que esto sucede. Tan solo basta con argumentar que, pese a los errores, se trató de cumplir con unos principios y valores que no mudan y son más bien la imagen de marca atemporal. Esto nos ayudará a quedar bien y tener la consciencia limpia. Pero claro, eso solo es posible cuando los principios y valores éticos que guían a una personas son estables, loables y admirables.

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